La Treixadura es una variedad de uva blanca española autóctona de Galicia, que por su cercanía, también está presente en ciertas zonas vitícolas de Portugal, con alrededor de 58.000 hectáreas plantadas. Es la segunda uva más plantada en Galicia, solo por detrás de la variedad Albariño.
También conocida como “trajadura”, “trincadeira”, “trincadete” o “verdelho rubio”, la Treixadura es la uva predominante en las Denominaciones de Origen Ribeiro y Rías Baixas, y en menor medida también la encontramos en la DO Monterrei, donde acostumbra a ser mezclada con otras variedades como la Doña Blanca, la Godello y la Palomino.
En la DO Rías Baixas la Treixadura se mezcla con Albariño, Loureira, Caino Blanco, Torrontés y Godello, mientras que en la DO de Ribeiro se mezcla principalmente con Albariño, y también con Albilla, Godello, Palomino, Loureira, Macabeo y Torrontés.
Autóctona de Galicia, la Treixadura tiene unos racimos grandes y alargados, con una elevada compacidad y unos gramos poco uniformes tanto en tamaño como en coloración.
Las uvas de Treixadura son pequeñas, de piel gruesa y color verde amarillento, que tienen a dorado con matices de purpurina con la maduración. La pulpa no está pigmentada, es bastante consistente y poco jugosa.
De fertilidad media – baja, las cepas de Treixadura son muy vigorosas y de elevada producción, con porte tumbado con tendencia a rastrero.
De producciones de alto potencial cualitativo, la Treixadura se adapta a la perfección a suelos frescos y bien drenados de composición granítica. Es sensible a la podredumbre gris y a la excoriosis, y se muestra muy resistente al mildiu y al oidio.
La Treixadura es una variedad utilizada principalmente para producir vinos, dando un rendimiento medio – alto, y por lo general son varietales aromáticos, ácidos y muy agradables,
Los vinos elaborados con Treixadura son blancos aromáticos, finos y elegantes, con notas frutales y toques balsámicos. Con bastante acidez, los vinos pueden alcanzar los 13,5º de alcohol, destacando por ser vinos muy frescos, equilibrados, untuosos y con mucho sabor.
Existen monovarietales, pero los más habituales son los varietales mezclados con otras variedades gallegas por su aroma delicado y poco acentuado, predominando en la mayoría de los casos la Treixadura, consiguiendo una buena y positiva evolución en la botella. Los vinos con un alto porcentaje de Treixadura evolucionan correctamente durante un mínimo de dos años después de la vendimia.
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