Champagne Paul Bara

Champagne Paul Bara

En Champagne, donde conviven gigantes y pequeñas casas, hay nombres que destacan por una razón muy clara: porque hacen vino desde la viña, con identidad y sin concesiones. Champagne Paul Bara es uno de ellos. En Bouzy, un Grand Cru emblemático de la Montagne de Reims, esta familia ha construido una reputación basada en el terruño, la precisión y un estilo rotundo, marcado por la grandeza del Pinot Noir.

Los primeros registros de la familia Bara se remontan al siglo XVII en los alrededores de Épernay. En 1833, Auguste François Bara llegó a Bouzy para trabajar como tonelero y, en 1836, se casó con Annonciade Robert, propietaria de viñas. Desde entonces, la historia de la casa se entrelaza con la del pueblo. La propiedad se construyó en 1860 y comenzó como una granja tradicional, hasta que en 1965 el antiguo granero se transformó en sala de prensas y bodega, dando paso a una etapa más enfocada en la elaboración.

Paul Bara, padre de la emblemática Chantale, fue el primero en comercializar champagne con el nombre de la casa en la década de 1950. Hombre de carácter y convicción, defendía con una frase que hoy suena a manifiesto: “hay que conservar los campos para alimentarnos”. También dejó huella como historiador local, escribiendo sobre Bouzy, su gente y su cultura del vino. Ya en 1975, la maison fue pionera exportando a Estados Unidos y, desde entonces, mantiene una sólida tradición internacional. La continuidad familiar sigue viva: Chantale se incorporó en 1980, empezó a codirigir en 1986 y lideró proyectos clave, como la renovación de la bodega iniciada en 2013 para mejorar capacidad y precisión. Hoy, la historia continúa con un equipo fiel y apasionado, con Stéphanie Ducloux al frente desde 2021 junto a Chantale, y desde 2023 con Grégory Baert como nuevo chef de cave.

La historia de Champagne Paul Bara

Bouzy y Paul Bara son casi sinónimos. En un territorio dominado por grandes corporaciones, la casa representa el espíritu de los récoltants-manipulants: productores que cultivan sus propias uvas y elaboran sus vinos con un sello personal. Con el tiempo, la finca fue creciendo hasta alcanzar 11 hectáreas, modernizando prensas y bodega, y ampliando una de sus joyas más impresionantes: las cavas centenarias excavadas a mano en la tiza, a unos 11 metros bajo tierra, donde el silencio y la humedad constante crean el escenario perfecto para el envejecimiento.

Esa conexión con el origen también se entiende en el suelo: Bouzy se apoya sobre un subsuelo profundo y calcáreo que aporta expresión frutal intensa y complejidad mineral. Y es precisamente esa combinación —madurez, estructura y frescura— la que define el estilo Bara, especialmente en las cuvées dominadas por el Pinot Noir del Grand Cru.

La elaboración

En Paul Bara no hay espacio para la aproximación. La cosecha se realiza a mano con el máximo cuidado y el prensado se trabaja en pequeños volúmenes para poder vinificar por parcelas y variedades antes del ensamblaje. Una de las señas de identidad de la casa es tajante: solo se utiliza la primera prensa y nunca los “jus de taille”, lo que asegura pureza, finura y precisión en el vino base.

La fermentación alcohólica se realiza en depósitos de acero inoxidable con temperatura controlada. Para preservar la frescura y toda la gama aromática, se evita la fermentación maloláctica en sus vinos blancos y rosados. Con la llegada de la primavera, llega el momento de ensamblar con sutileza parcelas, variedades y diferentes añadas para construir el carácter propio de cada cuvée, siempre buscando estructura, elegancia y una personalidad reconocible.

La crianza es otra de sus claves. Las cuvées sin añada descansan dos o tres años, y los millésimes alcanzan un mínimo de cinco a seis años de envejecimiento. Las botellas reposan en la oscuridad fresca de las cavas centenarias, donde el tiempo trabaja como un ingrediente más, llevando los vinos a su punto óptimo de expresión y complejidad.

El viñedo

Las 33 parcelas de Paul Bara en Bouzy cuentan con estatus Grand Cru y suman 11 hectáreas en total: 9,5 hectáreas de Pinot Noir y 1,5 hectáreas de Chardonnay. Aquí, el Pinot Noir muestra su perfil más reputado: aromático, pleno, frutal y con la energía mineral que aporta la tiza. Esta base permite al enólogo jugar con múltiples combinaciones para crear champagnes intensos y expresivos, fieles a Bouzy.

La casa mantiene un compromiso serio con la viticultura sostenible: evita herbicidas químicos e insecticidas, utiliza cubiertas vegetales entre filas y vigila de cerca el equilibrio del viñedo para preservar biodiversidad y calidad del suelo. Como prueba de esa filosofía, en 2020 obtuvo las certificaciones HVE (Haute Valeur Environnementale) y VDC (Viticulture Durable en Champagne).

Una botella de Champagne Paul Bara representa el orgullo de una familia que ha sabido mantener su estilo a lo largo de generaciones: champagnes de terruño, hechos con precisión artesanal, crianzas largas y la riqueza madura y seca que ha convertido a Bouzy en una de las capitales del Pinot Noir en Champagne.