FUTO Estate es uno de esos proyectos raros en Napa Valley que, siendo relativamente joven, ya se sitúa en la conversación de los grandes. Sus vinos se han convertido en algunas de las asignaciones más buscadas de la zona, con un perfil que combina escala y precisión: fruta pura, estructura impecable y una elegancia moderna que ha llevado a muchos a hablar de FUTO como un “First Growth” contemporáneo.
La historia empieza en 2002, cuando los hermanos Tom y Kyle Futo adquirieron Oakford Vineyards en Oakville, una propiedad de 16 hectáreas con 3 hectáreas de viña. A partir de ahí, el crecimiento se hizo con la misma idea con la que hoy se reconocen sus vinos: invertir en origen, detalle y excelencia sin atajos. En 2004 se incorporó una parcela colindante de 7 hectáreas, de la que 2,5 se plantaron bajo la dirección de David Abreu y el enólogo Mark Aubert. Y en 2011, el proyecto se completó con la compra de un segundo enclave en las colinas orientales de Stags Leap District, con viñas de Cabernet plantadas en 1986.
Si el vino es la expresión más pura del viñedo, la bodega debía estar al servicio de esa idea. Por eso FUTO concibe su winery como un refugio: un lugar donde la uva recién cosechada se transforma y, sobre todo, se protege. El edificio fue diseñado por el arquitecto Howard Backen y construido entre 2007 y 2009 en la propiedad de Oakville, con una orientación pensada para que la fruta llegue de forma fluida desde los viñedos y el vino pueda avanzar entre etapas sin energía, tiempo ni espacio desperdiciados.
FUTO se apoya en dos sitios muy distintos que, juntos, explican su complejidad. En Oakville, el viñedo se reparte en veintiséis bloques delimitados y plantados en seis sectores según topografía, suelos y microclimas. Predomina Cabernet Sauvignon, con pequeñas proporciones de Cabernet Franc y Petit Verdot en puntos selectos. Los suelos —de arenisca y esquisto descompuestos— proceden de antiguos fondos marinos elevados, una base que contribuye a la profundidad y a la sensación de “tensión” mineral en el vino.
Al otro lado del valle, en Stags Leap District, el viñedo se sitúa en laderas con terrazas pronunciadas donde antiguamente hubo una cantera. Las cepas de Cabernet Sauvignon plantadas en los años 80 forman el núcleo del viñedo, complementado por nuevas plantaciones en 2015. Aquí el suelo cambia radicalmente: toba riolítica fracturada (ceniza volcánica consolidada), extremadamente drenante, ideal para un Cabernet de estructura firme, transparencia y definición.
Desde 2008, el responsable de la bodega es Jason Exposto, que llegó a FUTO tras formarse en Nueva Zelanda, Margaret River, Château La Mondotte (Saint-Émilion) y Abreu Wines en Napa. En 2010 asumió la responsabilidad total de la elaboración, consolidando un estilo reconocible por su pulso técnico y su respeto por el origen.
La filosofía se resume en una frase que define muy bien el carácter de la casa: con el pedigrí de los viñedos, el nivel de viticultura y el clima de Napa, Exposto busca “más restricción que influencia”. Es decir: cuando la potencia llega fácil, el trabajo consiste en afinar, en iluminar aquello que hace único a cada sitio, y en sostener la fruta con precisión, no con maquillaje.
Que FUTO exista en Oakville ya dice mucho. Es una de las zonas más codiciadas de Napa, donde casi cada parcela apta para viña está plantada desde hace décadas. Para los nuevos proyectos, la única vía real suele ser comprar viñedos existentes a precios altísimos. Los Futo asumieron esa realidad sin medias tintas: querían construir un estate “de verdad”, no un experimento, y destinaron recursos y tiempo a que cada añada fuese excelente desde el primer día.
Como vecino directo de Harlan Estate, FUTO recibe comparaciones inevitables con uno de los nombres más legendarios del valle. Pero lo interesante es que su identidad no vive de la comparación: vive de la calidad. Vinos regales, precisos, de una pureza poco común, que muestran por qué este rincón de Oakville —con su mosaico de micro-terroirs— es uno de los puntos más dulces del Cabernet en todo Napa.