Santiago Jordi

Santiago Jordi

Hablar de Santiago Jordi es hablar de una figura que trasciende la bodega. Ingeniero agrónomo, enólogo, elaborador y asesor, Jordi combina una mirada de campo (se define ante todo como viticultor) con una autoridad técnica global: es Presidente de la Unión Internacional de Enólogos. Esa mezcla —viña y visión— está en el centro de todo lo que hace en Jerez: vinos con identidad, precisión y un relato sincero, sin maquillaje.

Su filosofía se resume en una idea que repite como mantra: “viña expresa”. Jordi no persigue simplemente “buena calidad” (hoy relativamente alcanzable con tecnología), sino excepcionalidad y capacidad de emocionar. Cada vino es una interpretación del medio: albariza, brisas atlánticas, pagos y fincas concretas, y una sensibilidad que busca mostrar el carácter del lugar sin imponer un estilo.

Vinos de pasto

En el corazón del proyecto está el resurgir de los “vinos de pasto”: los vinos tranquilos históricos de la zona, esa puerta de entrada que permite entender Jerez de otra manera. Jordi los defiende como el “eslabón perdido”: vinos que conectan con nuevos consumidores y con una generación que busca autenticidad, frescura y una lectura menos encorsetada del Marco. Por eso suele moverse con libertad en la categoría de vino de mesa, evitando límites que diluyan lo más importante: el origen y la singularidad.

Patrick Murphy

Su proyecto más personal y ambicioso es Patrick Murphy, donde trabaja vinos de pasto con crianza en bota jerezana, seleccionando el camino (biológico u oxidativo) según el mosto, la parcela y el momento. Estas elaboraciones nacen para recuperar un espíritu antiguo con herramientas contemporáneas: vinos de salinidad palpable, longitud y una complejidad que no depende del impacto, sino del detalle.

En el catálogo, cada bota se presenta con notas de cata y maridajes pensados para mesa: desde perfiles de frutos secos tostados, especias y toques salinos, hasta vinos envolventes y minerales donde la albariza aparece como una firma aromática (pedernal, tierra blanca, sensación yodada). Es Jerez en clave gastronómica, con estructura y persistencia, no solo como “vino de ocasión”.

Otros proyectos

Jordi también articula proyectos que amplían el mapa: Hacienda La Quintería pone el foco en viñas con edad y en lecturas tranquilas de Jerez —incluyendo blancos y tintos— con un discurso de territorio y clima atlántico. A la vez, Mariquilla reivindica la Listán como “Blanco de Albariza”, buscando frescura, volumen y una salinidad sutil que mantiene el vino vivo y largo.

Visión actual

Santiago Jordi no busca “pelotazos”: prefiere producciones limitadas, trabajo minucioso y un crecimiento medido, dejando que el mercado ponga el valor. Sus vinos están pensados para una generación que quiere menos artificio y más verdad; un lenguaje cercano, una expresión natural, y botellas que cuentan Jerez desde la viña y no desde el cliché.

En resumen, sus vinos no solo destacan por calidad: representan una forma de entender Jerez —con libertad, precisión y alma— liderada por una de las figuras más relevantes de la enología contemporánea.