Nacido en Tudela en 1982, Diego Magaña creció entre viñedos y botellas en la bodega familiar Viña Magaña, fundada por su padre Juan Pío Magaña, pionero en la elaboración de vinos de calidad en Navarra. Sin embargo, su verdadera vocación no se despertó hasta que, a los 21 años, ingresó en la Escuela de la Vid y el Vino de Madrid. Su curiosidad lo llevó a explorar el mundo, completando vendimias en Burdeos, Argentina, Chile y Pomerol, donde trabajó con la prestigiosa familia Thienpont. Fue en este viaje de aprendizaje donde conoció a Raúl Pérez, una figura clave en su desarrollo como enólogo.
En 2014, animado por su amistad con Raúl Pérez y su admiración por los vinos del Bierzo, Diego Magaña inició su propio proyecto en esta región. Con un enfoque basado en la viticultura respetuosa y una vinificación de intervención mínima, comenzó elaborando pequeñas cantidades de Mencía con un marcado carácter de terruño. Su trabajo en Bierzo consolidó su reputación y le permitió afianzar su identidad como viticultor independiente.
El éxito en Bierzo no lo mantuvo en su zona de confor, ya que su corazón siempre estuvo en Rioja, especialmente en la Alavesa, con sus viñedos de altura y suelos calcáreos. En 2016, adquirió sus primeras 2.5 hectáreas de viñas viejas, creando Dominio de Anza como un homenaje a su madre, Esperanza. Actualmente, cultiva 4.5 hectáreas repartidas entre Elvillar y Laguardia, trabajando variedades como Tempranillo, Garnacha, Graciano, Mazuelo, Viura y Malvasía Riojana. Para Diego, cada parcela es un "jardín", tratado con un cuidado casi obsesivo para extraer lo mejor del viñedo.
Y es que comida auténtica requiere vino auténtico. Y el vino debe producirse con uvas sanas y vivas, sin manipulaciones ni aditivos, y con el único propósito de expresar la emoción genuina y el carácter verdadero del lugar. Cada cosecha es un testimonio de la visión original de Terroir al Límit, así como de la continua búsqueda de Dominik por crear los vinos más elegantes y expresivos en Priorat.
Diego Magaña defiende una enología de mínima intervención, donde el terruño y la pureza de la fruta sean los verdaderos protagonistas. Fermenta cada parcela por separado, utilizando levaduras autóctonas y una proporción variable de racimos enteros (entre un 50% y 100%, según la añada). El envejecimiento se lleva a cabo en barricas usadas de distintos tamaños, incluyendo tinas de 4.000 litros, buscando siempre equilibrio y frescura en sus vinos.
En Rioja, Dominio de Anza elabora etiquetas que reflejan la identidad del viñedo: desde Anza Rioja, su vino de entrada, hasta microvinificaciones como CDVIN (100% Garnacha) o San Ginés, un vino con marcada salinidad. Carramonte, un ensamblaje de tres parcelas, y Anza Especial, de producción limitada, completan la oferta junto a su nuevo proyecto en San Vicente de la Sonsierra, La Canoca. En Bierzo, mantiene su línea de Mencía con Dominio de Anza Selección de Parcelas, El Rapolao y Valdehorta.
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